martes, 21 de diciembre de 2021

21/12/2017


Abrí los ojos, no había amanecido todavía, por un momento, no sabía dónde estaba, me llegó un olor familiar, me levanté con cuidado de no hacer ruido, no quería despertar a nadie, me vestí, no sabía qué hacer, cogí la chaqueta y con mucho cuidado abrí la puerta y salí con sigilo.

Andaba por la carretera, total, no había aceras, aquí no sabían qué era eso, andando sin rumbo fijo, sólo quería que el frescor del amanecer me tocase el rostro, me sentía mal, hacía tanto tiempo que no estaba bien, que ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que sonreí.

Desde que había llegado sólo lloraba y me sentía mal por las personas que había abandonado, pero necesitaba pensar un poco en mí, no era justo cómo me había ido, como se dice, a la francesa, cogí un bolso, la ropa mínima, no necesito tanto para vivir y cerré la puerta detrás mío, había dejado las llaves encima de la mesa del comedor para cuando volviese a casa las viese, aunque, lo dudaba, ya no hablábamos, sólo nos gritábamos, estaba cansada de todo, así que decidí irme sin decir nada a nadie.


Sin darme cuenta había llegado a un espigón con unas piedras enormes, que resbalan como nada, no había bajado nunca, pero eran lisas y eso se veía, debía ser peligroso bajar cuando la mar estaba revuelta, pero hoy no, estaba en calma, se oían romper las olas contra las piedras, habían hecho unas escaleras para bajar hasta las piedras y pensé, porqué no?? así que con un aire helado en la cara me dispuse a bajar los 5 escalones que separaban tierra firme de unas enormes piedras azotadas por las olas en los días en que hacía mal tiempo, conseguí bajar, no sin pensar que podía resbalar y matarme entre tanta piedra, pero me armé de valor, ahora no me iba a quedar arriba, quería alguna emoción que no fueses gritos, cuando llegué, me recibieron con los brazos abiertos, pero siempre con la pregunta, qué ha pasado? vienes sola? vendrá? No respondí a ninguna, no sabía nada, sólo necesitaba cambiar de aires, y lo hice.

Me senté en una piedra que me pareció cómoda, llevaba ropa liviana, pero no tenía frío, estaba genial, con el aire en el rostro y... de vez en cuando me llegaban unas gotas de agua, estaba congelada, pero notaba que me sentía genial, hacía cuánto tiempo que no me sentía así?? años?? No, nunca me había sentido bien, por una cosa o por otra, nunca había hecho lo que yo quería, siempre lo que debía hacer; mientras pensaba en el bonito amanecer que se podía vislumbrar, esos tonos de negro a rojizos, naranjas, el agua se embraveció, no sabía qué había pasado, hacía fresco, un poco más de aire, nada más, cerré un momento los ojos, una amiga me dijo que mi mente y mi cuerpo debían ser uno, cómo se hacía eso, así que iba a intentarlo.

Primero la respiración, y luego debía organizar mi cabeza, pero... cómo, no quería pensar en eso ahora, no, así que me dispuse a sentir mi respiración, cómo inspiraba aire frío que entraba en mis pulmones, llegaba al diafragma y tras unos segundos dentro, lo soltaba muy poco a poco, mientras intentaba unificar cuerpo y mente, las olas, cada vez más grandes, hacía que me notase que estaba toda mojada, me había abstraído del mundo durante unos segundos, miré el horizonte y vi la salida del sol, espectacular, cada vez que las olas rompían con las rocas, el agua me llegaba a la cara y el salitre hacía que me ardiesen los ojos y me hiciese llorar, no podía ver nada, no distinguía nada, sólo colores, volví a cerrar los ojos y volví a centrarme en mi respiración.


Cuando volví a abrir los ojos, le vi a mi lado, haciendo lo mismo que yo, cuándo había aparecido, de dónde había salido?? cómo me había encontrado??


Durante un momento me enfadé, en casa le habrían llamado, pero no quería perder este momento que era sólo mío.


Seguí mirando al infinito, con lágrimas en los ojos por culpa del salitre, recordé que la primera vez que me había bañado en mar abierto pensé: joder qué salada está, el molino de sal se debe haber estropeado y cada vez está más salada, pero era así, siempre había sido así.

Cuando por fin abrí los ojos, y vi el amanecer, noté su mano en la mía, me dijo, no te dejaré escapar, te fuiste sin decir nada a nadie, casi me vuelvo loco, me giré y ví en sus ojos lo que hacía mucho que no veía, AMOR, cariño, ilusión, se acercó a mi, me rodeó con su brazo, era reacia a una muestra de cariño de alguien que me había hecho tanto daño en los últimos años, pero tenía que darle una oportunidad, así que sentados uno al lado del otro, vimos amanecer mientras escuchábamos romper las olas contra las rocas y nos salpicaba el agua, pensé, podría morirme ahora mismo, ahora sí, noto como mi cuerpo y mi mente se han unido, era una conexión extraña, pero no quería dejar de sentirlo, así que me quedé quieta, con él a mi lado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario